«Jíbaro» bajo el cielo, de noche

mención ESPECIAL DEL JURADO

PREMIO COLATERAL DEL JURADO de la FEDERACIÓN NACIONAL DE CINECLUBES de cuba

«Cuando la gente juzga, juzga con maldad. Decidí encerrarme en mi burbuja, meditar sobre mí, crecerme, coger un camino, una forma de vida acorde a como yo me siento», dice el Jíbaro mientras pesca entre los riscos de un paisaje que se desgrana en variados tonos de verde.

Jíbaro, el cortometraje documental del santiaguero Osmanys Sánchez Arañó, abre una ventana y enfoca el interior de la vida del joven transgénero Yamil Alessander.

Proyección de Jíbaro en la pantalla inflable instalada en la Plaza de la Cultura de Gibara (Foto: Amalia Denise)

«Somos más bien víctimas del pecado, por eso nacimos imperfectos», sentencia Yamil. El corto se ambienta en el terreno de una naturaleza furiosa. La violencia del espacio natural contrasta con la cotidianidad pausada de Yamil. Una tormenta ilumina a intervalos un cielo que parece lienzo.

Este audiovisual de 2023 es primera vez que se presenta en Gibara. «El año pasado fue seleccionado, pero tuve que retirarlo para presentarlo en el Festival de La Habana. La crítica ha sido muy chévere conmigo», cuenta Osmanys Sánchez Arañó.

Proyección de Jíbaro en la pantalla inflable instalada en la Plaza de la Cultura de Gibara (Foto: Amalia Denise)

Luego de lauros y recorridos por Bilbao, Nueva York y La Habana, llega Jíbaro al Festival del Cine Pobre. «Viéndolo desde la perspectiva y cercanía que estoy sintiendo, con el próximo corto mi recorrido va a comenzar por Gibara. Yo soy un guajiro que vive en el oriente de Cuba y este festival evoluciona ahora hacia la filosofía de visibilizar a los cineastas orientales. Y hay algo como ser humano en mi obra que es la lealtad. Me siento en el deber de reciprocar que quieran potenciar el cine oriental», confiesa.

«Yo soy Yamil Alessander, este es mi camino y estos son mis pasos sobre él». Los pasos que devoran el camino del monte. El mismo monte que se lo quiere tragar dentro de su estómago verdoso e inexorable.

Proyección de Jíbaro en la pantalla inflable instalada en la Plaza de la Cultura de Gibara (Foto: Amalia Denise)

Cuenta el director acerca de esta filosofía del paisaje: «Ambos, Yamil y el monte, son los dos protagonistas. Uno encuentra refugio y otro encuentra un habitante, una expresión de su condición natural. Al final, se imbrican ambos elementos».

«Son ilusos, porque no conocen el ser humano que soy», cuenta Yamil. Su discurso resuena no solo en la comunidad LGBT, sino en el público transfóbico. En la pluralidad de significados del filme se insertan muchas lecturas: «Es imposible negar que Jíbaro busca referentes de pasajes bíblicos. Hay incluso un diálogo con esas escrituras. No va contra ninguna doctrina, va contra las posturas dogmáticas en general, que han traído la hegemonía de unos sobre otros».

Proyección de Jíbaro en la pantalla inflable instalada en la Plaza de la Cultura de Gibara (Foto: Amalia Denise)

Jíbaro se aleja de las estéticas de productoras como Televisión Serrana y va al enfoque observacional, a los planos largos. «No rebusca en la miseria, hay mucho que contar desde la espiritualidad de los cubanos», comenta Osmanys.

El acto más grande de justicia es no edulcorar la pantalla y suavizar los bordes de las realidades, sino retratar a Yamil como quisiera Yamil. Responder a la clemencia humana que pide en uno de los parlamentos en off: «Darme a conocer como el hombre que soy, no como la mujer que quieren ver».

Osmanys Sánchez Arañó, director de Jíbaro (Foto: Amalia Denise)

La fórmula, explica su director, se erige en un solo paso: «Fotografiando al ser humano que es. En el proceso de investigación del personaje ya tenía a Jíbaro como mi amigo. No hay en este personaje ninguna posición desde la psicología del personaje que lo haga actuar forzado de ninguna manera».

Esta primera vez que Jíbaro se muestra en una enorme pantalla inflable, al buen augurio de la noche y del calor. Osmanys Sánchez Arañó dice: «Esto viene a ser como la premier de Jíbaro, que en realidad nunca tuvo. El Festival de Gibara me regaló la experiencia con una calidad de proyección tremenda. La vida es así: tiempo y ocasión llegan para todos».

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