Clausura del 19 Festival Internacional del Cine Pobre de Gibara
En el cine Jibá han quedado encapsulados los aires de los nuevos tiempos. Cientos de personas contemplan los fotogramas de las películas de antaño que hoy regresan a la vida: De cierta manera (1977), Miel para Oshún (2001) y Los dioses rotos (2008) amplifican el rostro de Mario Limonta, y su memoria queda, como muchas otras, compendio de nostalgia, atrapada para siempre en el Festival.
La entrega de los premios del jurado de la categoría de Animación y Experimental fue protagonizada por su presidenta, Alicia Tellería, acompañada por el diseñador Zenen Calero.

El premio Lucía a la mejor obra de animación fue para la española Yo voy conmigo, de Chelo Loureiro, por el manejo de «recursos estéticos y narrativos del cine infantil» que transmiten «un mensaje de aprendizaje universal», contando «recursos sencillos y medios propios del cine pobre».

El jurado entregó una mención al videoarte argentino Cedro libanés, de Nuria Suaya y Facundo Rodríguez Alonso, por ser capaz de «hacer poesía de una guerra con muy pocos recursos solo con el uso de las palabras y las imágenes que pese a su aparente sencillez son sin embargo muy potentes». La segunda mención fue otorgada a la animación argentina 40° a la sombra, de Eduardo Koko Elli, debido al «sencillo tratamiento artístico y porque contiene un mensaje de apego a la vecindad y de amor y respeto por los lugares que habitamos».
La presidenta del jurado de Documentales, Alejandra Guzzo, junto a la cantautora y directora del proyecto Corazón Feliz Rochy Ameneiros, figuraron en el acto de entrega de los reconocimientos en la competencia de documentales.

El premio Lucía a la mejor obra documental fue para la argentina Lago escondido, soberanía en juego, de Camilo Gómez Montero, por su «adecuada utilización de recursos narrativos en la construcción de un documental sensible que visibiliza una historia de lucha poco conocida, pero muy significativa, en el presente de la Patagonia argentina, donde se destacan especialmente la investigación y el montaje».

Se reconoció con mención especial por la «ajustada propuesta estética desde un personaje solitario en Cuba, representando de manera original la interrelación entre el hombre y la naturaleza» a la obra El bosque intermitente, una coproducción cubano-española de Lázaro Lemus. El documentalista Armando Capó agradeció el premio en nombre del realizador: «A Lázaro le habría encantado estar acá, porque Gibara es uno de los lugares que tiene una relación más fuerte con la naturaleza, y este personaje se comunica muy bien con un lugar así. Nosotros, desde GatoRosafilms intentamos apostar por piezas como esta, un cine más sincero y arriesgado».
También obtuvieron menciones, por «dar a conocer con una profunda capacidad de síntesis visual un lugar muy singular en la República del Congo y su comunidad con un preciso registro cinematográfico», el filme Mañana será mejor (Lobi Ekosimba), de Eli Maene, de República Democrática del Congo, y la chilena Oasis, de Tamara Uribe y Felipe Morgado, a causa de su «relevancia temática, así como por su compromiso estético y político».
El presidente del jurado de Cine en Construcción Didier Coüedic, junto a la actriz Luisa María Jiménez, convocaron al escenario a los laureados en esta sección.

El proyecto de largometraje documental mexicano Nunca más abril, de Ricardo Cárdenas Pérez, obtuvo el premio Humberto Solás de cine en construcción por ser un material que resulta novedoso por «dar a conocer mejor el drama de Guadalajara y sus repercusiones en la población local. Las consecuencias de esta catástrofe no se limitan a esta región, resuenan en muchos países y territorios que han sufrido problemas ambientales similares. Al compartir la historia de Lilia, la película propone un punto de vista humano y accesible, destacando las luchas cotidianas y los desafíos a los que se enfrentan las víctimas de tales catástrofes».
Por su parte, el proyecto de largometraje argentino La gente de la ruta, de Lucas Koziarski, también obtuvo el premio Humberto Solás de cine en construcción por lograr «ofrecer una mirada poderosa sobre los desafíos que enfrentan estas mujeres, capturando con precisión sus emociones y luchas. Gracias a actuaciones intensamente comprometidas por parte de los actores. Esta obra presenta un potencial innegable para ser seleccionada en festivales de cine, tanto a nivel nacional como internacional».
Resultó distinguida con mención especial del jurado Pizza Flash, de Luca Guanci, al ser un cortometraje de ficción italiano en desarrollo con «una escritura notable, combinando modernidad y poesía. Cada imagen, cuidadosamente elaborada, resuena con la temática central de la memoria, invitando al espectador a una profunda reflexión sobre la importancia de recordar en una sociedad en constante evolución».

La presidenta del jurado de Ficción, Jacqueline Arenal, acompañada por Verónica Lynn, Premio Lucía de Honor 2025, anunciaron que el premio Lucía a la mejor obra de ficción fue entregado al largometraje cubano, en coproducción con Argentina y Francia, Fenómenos naturales, de Marcos Díaz Sosa, debido al «valor de una historia sensible y metafórica combinada con una excelente dirección e interpretación actoral».

El galardón, obra del artista Rafael Pérez Alonso, fue recibido por Susana Molina, directora de la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV) de San Antonio de los Baños, quien afirmó que «no puedo hablar en nombre del director de la película y del equipo técnico, ellos enviaron un mensaje, que en algún momento se difundirá, para recibir este premio, pero sí quiero agradecer al jurado, al Festival del Cine Pobre, por apostar por la producción joven cubana, por el cine de autor, y por los estudiantes de la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños, porque Marquitos, el director, y María Carla, la productora, se formaron allí. Así que mil gracias. Marquitos y María Carla son dos seres especiales, él es el tipo más simpático y más cómico que hay en el mundo, así que una sonrisa para ellos, y un futuro largo. Ojalá puedan seguir haciendo películas y ojalá el Festival del Cine Pobre siga abrazando las producciones que hacemos con poquito dinero, pero con mucho esfuerzo y con mucho amor».

Recibieron menciones especiales del jurado de ficción Kokuhaku, de Adrià Guxens, por su reivindicación del «valor estético y artístico desde la tradición y la transformación como un camino de libertad», la puertorriqueña Parto, de Vivian Bruckman-Blondet, «por abordar un tema universal en tono de comedia desde la mirada femenina», y Cuando las hojas del nogal se vuelven amarillas (When the walnut leaves turn yellow), de Mehmet Ali Konar, por «tratar el vínculo padre hijo desde una mirada sensible en el marco de un contexto de violencia».

Sergio Benvenuto Solás, presidente del Festival del Cine Pobre, declaró: «Creo que muchos estamos contentos con este Festival, como hacía mucho tiempo no lo estábamos. Ha sido un camino de cuatro años desde la COVID para llegar a un Festival como este. No vengo a hacer reclamos, vengo a dar agradecimientos. El primero, a Gibara y a Holguín, por la tenacidad con la que han defendido este Festival. Ojalá los habaneros tengamos esta misma tenacidad para la 20 edición. Quiero agradecer a nuestra directora ejecutiva Yakelín Tapia, que no salió de la nada, salió de este Festival siendo una adolescente, cuando Aldo Benvenuto Solás y el equipo de producción desde la fundación se echaron arriba esta maravilla de Festival. Yakelín ahí empezó su camino junto a nosotros y hace muchos años tiene un rol enorme, esto no es un cambio de último minuto. Quiero agradecer al equipo, a ese equipo que es mixto, pero que tiene una componente habanera maravillosa, muchas mujeres, muchachas junto a los dos o tres varones que quedamos, que hemos logrado equilibrar todas las zonas del Festival. Hemos logrado iniciar una nueva etapa. Esta etapa tiene muchos retos, generalmente son retos burocráticos, lo digo con toda honestidad, déjenos fluir, que lo vamos a lograr».
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