¿Un cineasta puede ser distribuidor de sus propias películas? ¿Cómo manejar el conflicto entre la parte creativa y económica sin deformarse con los patrones del mercado? El foro teórico «Desafíos de la exhibición y distribución: perspectivas», celebrado en la Casa de la Cultura de Gibara en esta edición 18 del Festival, respondió a estas interrogantes a través de los critérios de Alan González, director y coguionista de La mujer salvaje; Patricia Ramos, directora y guionista de Una noche con los Rolling Stones; Christian de la Cortina, realizador, coguionista y protagonista de Sin papeles, y Federico Jacobi, miembro del jurado de ficción y director de El arranque, filme que tuvo una presentación especial durante el evento.
El productor y director Inti Herrera moderó la presentación, guiando el análisis sobre estos procesos claves relacionados con el destino de las películas una vez que se concluyen.
Alan González plantea que con La mujer salvaje se enfrenta por primera vez al panorama de la distribución de un largometraje. Sin embargo, de su experiencia con los cortometrajes confesó que cada corto que ha hecho ha atravesado más dificultades para distribuirse que el anterior.
El también coordinador de la Cátedra de Guion de la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV) de San Antonio de los Baños apuntó que «uno se va desgastando. El problema de la movilidad, las vías para pagar online las aplicaciones, incluso diez dólares, es una dificultad, porque no podemos hacer ese pago desde Cuba, y se sabe que solicitar un código de aplicación para que te resulte gratuita es un proceso muy desgastante, incluso denigrante».
Poco a poco, el cine ha ido atravesando una complejidad creciente en el proceso que viene después de terminar una película. En los festivales, a veces importan más, a nivel de recursos o visibilidad, cintas en proceso de rodaje que otras ya terminadas, apuntó.
También la distribución depende de las alianzas que se hagan en los circuitos de mercado. Patricia Ramos comentó: «Todo parte de un problema de oportunidades, y estas casi siempre están relacionadas con el dinero».
Con su primera película, El techo», intentó buscar distribuidores y ninguno aceptó. «Nos veían muy pequeñitos. Hay ciertos festivales en los que si no tienes un distribuidor no vas a entrar nunca. Es un sistema cerrado. Aunque con el productor Humberto Jiménez nos fue bastante bien. Lo hemos hecho de manera amateur, se podría decir».
«La gente que puede ser distribuidora de cine independiente lleva mucho tiempo labrándose ese camino. Uno como realizador intuye el proceso a nivel de festival, pero no tiene la capacidad económica y práctica de asistir, por ejemplo, a cada proyección internacional de su película», aseguró Alan González.
Según Jacobi, el panorama en Argentina respecto al cine es bastante desalentador. «Teníamos una cuota de pantalla, y con el cierre del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) las salas ya no están obligadas a poner en cartelera los audiovisuales argentinos. Para otorgar créditos y subsidios hay que obtener cuotas de espectadores, lo cual es imposible si no se cuenta con espacios para exhibirlas. El muro de control de la distribución no se ha derribado. ¿Hacerlo dependerá de nosotros o de los distribuidores?».
Christian de la Cortina declaró que Canadá proporciona alrededor de 15 000 dólares al director para cubrir gastos si ingresa en Cannes. «Pero esos montos destinados a los festivales suelen otorgarlos a las mismas personas, son fondos para algunos privilegiados. Existen ayudas para distribución, pero hay que pelearlas. Hacer la película depende de uno, pero distribuirla no. Una ecuación del cooperativismo falla ahí de alguna manera».
Por otra parte, las escuelas de cine ofrecen una visión idealizada de este proceso. Inti Herrera puso en duda el criterio que sostienen de empezar una película si está conformada la cadena completa, incluso una preventa. «Eso en la práctica es un escenario irreal. Uno en el camino va sorteando los obstáculos».
Jacobi opinó que debería ser efectivo mostrar ambas alternativas de cine independiente y de industria, pues son caminos paralelos que no tienen por qué oponerse.
«Netflix, por ejemplo, trata con veinte productores de toda Canadá. Hay mucha apariencia de que buscan la diversidad, pero existen barreras, conflictos de intereses», comentó Christian de la Cortina respecto a la influencia de las plataformas de streaming. «Uno finalmente siempre debe rendir cuentas a alguien. Es difícil que un director se proponga no ser flexible. Estaría muy solo».
Alan González enfatizó en la urgencia de una dosis de ingenuidad en la filmación. «Si tienes demasiado en cuenta estos asuntos, no te lanzas, te limitas, construyes caminos preconcebidos y hay muchas maneras de hacer y distribuir y todas coexisten. Lo más importante es no confundir historia con experiencia. Nuestro cine actual tiende a hacerlo. Necesita experiencias distintas, sumatoria de imágenes y sonidos que te trasladen a otros lugares».