MENCIÓN ESPECIAL DEL JURADO COLATERAL DE LA ACPC
Gracias quiero dar (…) por la música, misteriosa forma del tiempo.
Un molinero de Praga fue a Inglaterra para convertirse en compositor. Durante su adolescencia, escribió para todas las cortes italianas y para muchos teatros de ciudades desde Nápoles hasta Florencia, Turín y Venecia. Pidió a Dios que lo hiciera un gran músico, el creador de partituras más solicitado de su tiempo, y el intercambio divino daría al mortal la consecuencia armónica de su ruego. El Bohemio, un largometraje de ficción estrenado en 2022, formó parte de la competencia 18 del Festival Internacional de Cine de Gibara, donde obtuvo una mención especial del Jurado de la Asociación Cubana de la Prensa Cinematográfica (ACPC), filial nacional de la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica (FIPRESCI).
La película busca, y en ello pone su apuesta, construir una introspección sobre la hoja de vida de Josef Mysliveček (1737-1781), conocido como el Bohemio, uno de los compositores de ópera más populares de la Italia del siglo XVIII, que inspiró a Mozart y se convirtió también en su amigo. Su estilo fue solicitado en las esferas de la élite musical en Nápoles y en Venecia, ciudad que en ese entonces se elevaba como la capital europea del placer.
Su director, Petr Václav, quiso contar la historia de un hombre que siguió el impulso empírico de la insistencia, para lograr la autorrealización: «Me esforcé por incorporar algunas de sus mejores arias en la película, representando diferentes aspectos de sus habilidades como compositor. Toda la película trata sobre cómo crece su carrera y cómo la pierde».
A Václav le interesaba reconstruir el espíritu de un cuerpo que podría haber zanjado su existencia de una forma pacífica, la del ciudadano respetado en Praga, pero que abandona su seguridad doméstica y se marcha a seguir su deseo de convertirse en compositor de ópera en Italia.
En la segunda mitad del siglo XVIII, Italia tenía de su lado los redobles de la superpotencia de la ópera. Allí, ilustres músicos desconocidos se adentraron sin dinero ni amigos influyentes en la carrera estridente del incierto estrellato. Josef Mysliveček confió en la súplica y prosiguió su viaje hasta la cima. Murió de sífilis, solo y olvidado en Roma.
En la película, Vojtěch Dyk encarna el rostro de Josef. Inteligentemente, fue elegido un actor y músico checo que estudió arte dramático en la Facultad de Teatro de la Academia de Artes Escénicas (DAMU) de Praga para representar este perfil antepasado. Como miembro del Teatro Nacional Checo, Dyk logró experiencia de trabajo con teatros independientes y se hizo más conocido para el público después de aparecer en series de televisión y películas.
Evidentemente, la música y el diseño sonoro son recursos de impacto en la película. El compendio estructural de las piezas fue grabado por Vaclav Luks con su conjunto Collegium 1704 y solistas como Philippe Jaroussky, Raffaella Milanesi, Emöke Baráth, Simona Šaturová, Krystian Adam y Juan Sancho.
La atmósfera se permea de ocres y amarillos. Un paseo de secuencias se ubica en varios auditorios, verosimilitud epocal sobre el misterio que ha rodeado el artificio histórico de la ópera y de la cátedra cuerdas, dentro de la historia de la música clásica. Al principio, el violín seduce contra natura al cuello, que se rige por el arco y la madera. Después, el esplendor de la fama hará doblar los huesos del artista ante las reverencias de los cánones de la ópera, bajo el sol de otro país y otra cultura, para tropezar con el aura nocturnal de su tragedia.